La luz material de construcción

Luz para ver, luz para trabajar, luz para admirar, luz discreta, intrigante, en movimiento, a medida, al servicio de la arquitectura.

Un proyecto no es solo materia, sino también luz; la luz que pone al desnudo materiales, colores, profundidad, sensaciones.

La arquitectura es proyección de luz. En los países nórdicos existe un intento desesperado de capturarla y fijarla lo más posible, en el sur la esperanza de dosificarla.

Desde siempre luz natural y materia arquitectónica se funden en una sola cosa, pero desde el nacimiento de la luz artificial, desgraciadamente, proyectar se ha convertido en una acción, iluminar en otra. Desde entonces, demasiado a menudo, la luz es una post-intervención: corrige, enfatiza o esconde lo que ya tiene forma.

Pero la luz, la que no se ve pero se siente, se une a la materia en la que se apoya.

La experiencia enseña que lo que hace la diferencia en un buen proyecto de iluminación es la capacidad de integrarlo en la materia sobre la cual debe cobrar vida; intervenir inmediatamente en el proyecto no es solo una posibilidad, sino una necesidad, ya desde la primera fase creativa en la mente del arquitecto.

Hay que descubrir cómo utilizar la estructura, los materiales, los espesores para colocar correctamente los cuerpos de iluminación, predisponer estructuras adecuadas para contener las luces de modo que el resultado final haga leer el intento unívoco en la proyección, la integridad y la pureza formal.

No existe una proyección que contemple una post intervención de la luz, la luz debe integrarse totalmente en la esencia del espacio; así es como nacen la mayor parte de nuestros cuerpos de iluminación, como el 094, la C2, gocce…

Incluso cuando no es materialmente posible intervenir desde el origen del proyecto, como en el caso de un proyecto de restauración, se estudia orgánicamente la luz.

Proyectar es hacer luz, hacer luz es proyectar.

8 reglas de la luz.

‘form m’ Mario Nanni