Iluminación de iglesias: Luz para lugares de culto
Luz para lugares de culto
La luz de un proyecto de iluminación de un espacio de culto ha de fomentar el diálogo entre el lugar y el visitante para ayudar a la introspección y la conexión con lo sagrado.
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Por un lado, hay que estudiar cómo la luz natural entra e ilumina los detalles para proyectar una luz que esté en simbiosis y potencie el entorno: el edifico en sí mismo, la altura de los techos, las pinturas, las vidrieras, los colores y materiales, etc.
A lo largo de la historia, la luz natural se ha utilizado de distinta manera en los distintos estilos arquitectónicos con un significado simbólico.
Luz respetuosa
La luz no ha de resultar invasiva con respecto a la construcción en sí misma ni con el visitante, sino confortable. Para ello se requiere una luz que no cree reflejos ni deslumbramientos, que no sea excesivamente brillante, que fomente la intimidad, la conexión con uno mismo y la oración.
Las capillas, el altar, la sacristía… cada uno de los diferentes elementos requiere una luz personalizada.
Luz en diálogo con el lugar
La luz dinámica, gestionable de manera sencilla y con distintas temperaturas de color, es capaz de adaptarse a los distintos momentos del día: la apertura, el trabajo diario, el culto, las visitas, los eventos y la manutención.
Las 8 reglas de la luz
Los lugares de culto se caracterizan por su recogimiento y tranquilidad. En estos entornos se hacen presentes las ocho reglas de la luz.
- Presencia y ausencia. Una luz que se hace presente sin cobrar un especial protagonismo, sin ser conscientes del origen de la propia luz. Una luz que envuelve el espacio sin manifestarse abiertamente, pero capaz de cargar mayor significado o crear una atmósfera invisible.
- Luz solo donde sirve. No es preciso iluminar todo objeto o espacio por principio, si no utilizar la luz para dirigir la atención.
- La emoción de la nada. Emoción de la nada que recoge los pequeños detalles.
- Espesor de la luz. Una luz que no intimide ni invada, una luz solo donde es necesaria para resaltar elementos, obras de arte y que ayuda a la intimidad.
- Luz material de construcción. Una luz que da la profundidad justa a los distintos elementos, que los potencia y hace visibles.
- Elogio de la sombra. Emoción continua de los espacios iluminados con una luz tenue capaz de conectar con nuestro interior.
- Luz en movimiento. Una luz que mantiene la fidelidad de colores, que al moverse se torna narración y poesía.
- Luz genera color. Ningún objeto emana un color siempre igual a sí mismo en el transcurso de un día ni sería visible en la oscuridad. La luz da a cada objeto su color y se convierte en experiencia.
En definitiva, una luz que resalte la arquitectura, la historia y potencie el valor artístico y cultural. Una luz capaz también de cambiar en los diferentes momentos de la ceremonia creando armonía y conexión con la espiritualidad.